No nos puede quitar ese sitio sin traicionarse
Ana Istarú
Yo, porque soy teatrera, lo recuerdo. Y todos los que estuvimos allí en octubre del 89.
La gente llenaba las calles como no se ha vuelto a ver. No cabía un suspiro, un alfiler, una duda. Los Comediants estaban en Costa Rica, en mero Parque Central, en el encabezado de una página histórica.
Era nuestro primer Festival Internacional de las Artes, y el entonces ministro Echeverría, y sus dos brazos derechos, Dionisio Echeverría y Mimí Prado, ofrecían a la gente que solo puede tomar el autobús, espectáculos que solo pueden verse tomando el avión.
Costa Rica tenía por fin su nombre como una banderita en el mapa cultural del mundo. Hubo una actriz rusa, un director israelí, un bailarín francés que debieron ubicar en un atlas ese destino insospechado: una tal ciudad de San José.
El presidente de entonces, Arias Sánchez, era ambicioso. Y su ambición no nos defraudó.
Trajo a la gente común y corriente el arte del mundo, y la gente lo tomó como cosa propia. Se dio cuenta de que la belleza es un hambre que no se sacia nunca y la única que te hace crecer. Hoy, el CENAC sigue siendo el anfitrión natural del FIA. Nos visitan quienes nos visitan porque contamos con un teatro a cielo abierto y dos teatros y varios espacios más a cielo de reflectores y papel pintado. Si perdemos el CENAC, cuántos grupos extranjeros no dispondrán del espacio, las exigencias técnicas, las butacas suficientes. Qué quedará del FIA.
Cuando Inglaterra no presenta su Odiseo en el CENAC, el CENAC acoge a los grupos de teatro que no tienen teatro. Los que prefieren no montar un texto burdo, comerciable, olvidable, los que quieren jugarse el todo por el todo con una puesta arriesgada, pertinente, intransigente. Los que quieren hacer posible ese teatro que de otra forma es imposible. Y el CENAC es, entonces, su anfitrión natural.
Hoy, el Dr. Arias piensa en voz alta, ambiciona una sede digna para la Presidencia.
Pretende, quizás, arrebatarle el CENAC a su pueblo, a sus teatreros, a sus pintores, a los que hacen fila en la parada, compran pan y sueñan con una patria mejor. La segunda administración Arias pretende quitarnos lo que la primera administración Arias consolidó.
Pero un pensamiento en voz alta no es más que eso.Y quien nos llevó, en tantos ámbitos, a ocupar un lugar en el mundo, no nos puede quitar ese sitio sin traicionarse, sin desdecir a ese que alguna vez fue. El Presidente de ahora, Arias Sánchez, es ambicioso. Que su ambición no nos defraude.
Yo, porque soy teatrera, se lo pido. Y todos los que estuvimos allí en octubre del 89.
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